Bernardo Calatrabo era un hombre guapo, inteligente, desprendido de sus cosas, bueno lo que se hace llamar un buen tipo. Vivía en una casita cercana al mar, ese mar mediterráneo lleno de luz, ese que te llena la respiración de un aire lleno de aromas y que te hace ver las cosas diferentes y bonitas.
Estaba casado con una mujer de origen yugoslavo que le encantaba cocinar, su especialidad era el arroz al horno y el arroz con acelgas. Ella acostumbraba dar buenos y largos paseos por la orilla del mar, recogiendo y buscando todo tipo de conchas y caracolas.

Nachi en la playa
Todos los sábados iban a comer paella a la terraza de un chiringuito cerca del mar, desde el cual se divisaban unas majestuosas palmeras, el mar azul intenso con su fina arena, y el aroma a calamares y patatas bravas. Todo ello te hacía sentir e imaginar que te encontrabas en Egipto, en uno de esos lugares de las mil y una noches, con un poco de imaginación claro, pues el sueldo no alcanzaba para más.
Calatrabo, que trabajaba de chofer en una furgoneta de reparto, tenía dos compañeros argentinos y un ecuatoriano. En el trabajo había muy buen ambiente, de vez en cuando entre cigarro y cigarro se tomaban unos mates, que les alegraban el día. Ellos trabajaban de sol a sol, incluso los sábados y los festivos, y el poco tiempo que tenían libre lo empleaban para hacer la colada y planchar la ropa. Sin embargo, Calatrabo y Nachi vivían bastante mejor, pues no tenían gastos de hipotecas ni fumaban, lo que les permitía viajar de vez en cuando a Bilbao. Nachi tenia una hermana llamada Grey que era bailarina y que bailaba con la compañía Yugoslava de danza, la cual estaba exiliada en España. Grey se enamoró de un vasco llamado Txema que conoció comiendo pinchos y vinos en un bachoki. Ella estaba muy enamorada de él, además de que era alta y muy guapa tenía unos ojos verdes que brillaban como si hablaran, en definitiva, estaba muy buena; todo lo contrario que su hermana, que era muy flaca y con el pelo rizado , le faltaba un diente y poseía unas piernas torcidas como si montara a caballo.
Nachi
A Calatrabo le gustaba viajar en metro y visitar el museo de Ciencias Naturales cerca del Guggenheim. De su matrimonio tuvo tres delicias de hijos, vamos tres flores, llamados Mateo, Pepito y Manolito, los tres ya estaban casados. Todos ellos vivían en pueblos cercanos, Mateo vivía en Segorbe, Pepito en Alfara y Manolito en Masalaves. Mateo era ingeniero de puertos y caminos, actualmente trabajaba en el trazado del tren de alta velocidad y tenía buenos ingresos, su mujer llamada Candideta trabajaba en correos y los fines de semana les gustaba practicar el senderismo y bailar salsa. Todos los sábados iban a bailar a Casablanca e incluso llegaron a ganar un primer premio en un concurso de pasodobles que organizo la falla de Micer Masco junto el Mestalla C.F.
Pepito por su parte vivía en Alfara, cerca de la estación en un piso de cincuenta metros. Junto con su mujer Aurelieta tenían una pollería en Puzol. No tenían hijos. Los fines de semana salían de excursión en una Nissan Vanete porque les gustaba mucho la acampada. Pepito tenía muy buena voz y le gustaba mucho el belocanto, tanto que se pasaba el día cortando pollos y cantando el O`sole mio. Tanta era la afición por la música que a su perro le llamaron Pavaroti.
El hijo menor, Manolito, vivía en Masalaves y trabajaba de ebanista en una fabrica de muebles, era un buen maquetero y trabajó en el tren transiberiano, era un buen artista. Su mujer Emilin era psicóloga en el ayuntamiento de Benetuser, tenían cuatro hijos, todos ellos varones, de cuatro, tres, dos, y un año. Manolito tenía mucha afición a la pesca, sobretodo la del calamar, le gustaba navegar con su fueraborda. Viajaban a menudo a Calpe y a Javea ya que tenían un apartamento cerca del mar.
La familia
Bueno ya os he presentado a mi querida familia, otro día os contaré más cosas, ahora me voy a cenar y ver el telediario de las nueve que lo paséis muy bien. Chaoo