miércoles, 30 de enero de 2008

Calatrabo Soldado

Fui llamado a filas el quince de abril el segundo reemplazo del año 1971. Era un lunes, el despertador sonó a las seis de la mañana, me tome un café con leche y mi madre me preparó una bolsa de deporte con unos bocadillos de chorizo y salchichón, también me puso unos paquetes de tabaco marca ducados y con todo esto nos despedimos en la puerta con un beso y un abrazo, nos dijimos adiós. Me dirigí caminando a la estación de Godella para coger el tren de cercanías, que pasaba a las siete horas hacia Valencia capital.

Calatrabo recluta

En la estación nos encontramos varios quintos entre ellos mi buen amigo y vecino Sebastián. El viaje se nos hizo corto, hablando y fumando llegamos a Valencia. Todavía no había amanecido cuando bajamos en la estación del puente de madera, y nos dirigimos todos juntos hacia La Alameda, donde se encontraba el cuartel de la caja de reclutas y mientras caminábamos, el día empezó a amanecer radiante y soleado, de esos de primavera, caminamos durante unos treinta minutos.
Al llegar al cuartel de La Alameda nos situaron en un patio con una explanada grandísima llena de reclutas, unos dos mil aproximadamente y en la puerta había unos cien camiones aparcados. Serían las ocho y unos soldados auxiliares mandados por un capitán esperaban a que fuésemos llegando y al mismo tiempo nos iban formando. Cuando estábamos todos formados, el capitán comenzó a pasar lista -fulano de tal- -presente!, -fulano de tal-aquí estoy!- y así sucesivamente hasta terminar la larga lista de reclutas llamados a filas.
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Calatrabo y sus compañeros
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Nos organizaron en dos sectores, uno Bétera y otro Marines. Cuando fuimos nombrados nos tuvimos que separar porque a mi amigo Sebastián le tocó Bétera y a mí me toco Marines. Creo que yo tuve mas suerte porque el campamento de Marines estaba recién inaugurado y todo relucía como nuevo y sin estrenar como si se tratara de un hotel de cuatro estrellas, en cambio Bétera era un cuartel ya viejo.
Mientras el capitán seguía nombrando uno detrás de otro nos entregaban un grandísimo petate para guardar toda la ropa, fue el momento de comerme el bocadillo de salchichón que me había preparado mi madre. Serían ya las once y el capitán seguía nombrando, cuando por fin terminó de pasar la lista le faltaba un recluta llamado Juan Sánchez, el capitán no hacia más que nombrarlo, - Juan Sánchez!- -Juan Sánchez- y nadie contestaba.
A las doce el capitán dio orden de subir a los camiones. Cuando estábamos todos arriba y a punto de marcharnos, apareció por la puerta ese tal Juan Sánchez y el patio enmudeció, el capitán se le quedó mirando con cara de perro y pocos amigos y se dirigió a él -¿que te ha pasado?- y el tal Sánchez con un bocadillo debajo del brazo y muy tranquilo, le contestó -pues mira amigo, que me he dormido-.
Arrancaron motores y nos dirigimos hacia el campamento de Marines, así comenzó mi servicio militar en el Cir 7 de Marines -Valencia-, campamento de Marines matadero de reclutas, como más tarde cantaríamos en la canción.
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Calatrabo soldado

Otro día os contare más cosas de la mili, me voy a cenar y a ver el telediario de las nueve chaoo.

jueves, 17 de enero de 2008

Presentación

Bernardo Calatrabo era un hombre guapo, inteligente, desprendido de sus cosas, bueno lo que se hace llamar un buen tipo. Vivía en una casita cercana al mar, ese mar mediterráneo lleno de luz, ese que te llena la respiración de un aire lleno de aromas y que te hace ver las cosas diferentes y bonitas.
Estaba casado con una mujer de origen yugoslavo que le encantaba cocinar, su especialidad era el arroz al horno y el arroz con acelgas. Ella acostumbraba dar buenos y largos paseos por la orilla del mar, recogiendo y buscando todo tipo de conchas y caracolas.


Nachi en la playa

Todos los sábados iban a comer paella a la terraza de un chiringuito cerca del mar, desde el cual se divisaban unas majestuosas palmeras, el mar azul intenso con su fina arena, y el aroma a calamares y patatas bravas. Todo ello te hacía sentir e imaginar que te encontrabas en Egipto, en uno de esos lugares de las mil y una noches, con un poco de imaginación claro, pues el sueldo no alcanzaba para más.

Calatrabo, que trabajaba de chofer en una furgoneta de reparto, tenía dos compañeros argentinos y un ecuatoriano. En el trabajo había muy buen ambiente, de vez en cuando entre cigarro y cigarro se tomaban unos mates, que les alegraban el día. Ellos trabajaban de sol a sol, incluso los sábados y los festivos, y el poco tiempo que tenían libre lo empleaban para hacer la colada y planchar la ropa. Sin embargo, Calatrabo y Nachi vivían bastante mejor, pues no tenían gastos de hipotecas ni fumaban, lo que les permitía viajar de vez en cuando a Bilbao. Nachi tenia una hermana llamada Grey que era bailarina y que bailaba con la compañía Yugoslava de danza, la cual estaba exiliada en España. Grey se enamoró de un vasco llamado Txema que conoció comiendo pinchos y vinos en un bachoki. Ella estaba muy enamorada de él, además de que era alta y muy guapa tenía unos ojos verdes que brillaban como si hablaran, en definitiva, estaba muy buena; todo lo contrario que su hermana, que era muy flaca y con el pelo rizado , le faltaba un diente y poseía unas piernas torcidas como si montara a caballo.

Nachi

A Calatrabo le gustaba viajar en metro y visitar el museo de Ciencias Naturales cerca del Guggenheim. De su matrimonio tuvo tres delicias de hijos, vamos tres flores, llamados Mateo, Pepito y Manolito, los tres ya estaban casados. Todos ellos vivían en pueblos cercanos, Mateo vivía en Segorbe, Pepito en Alfara y Manolito en Masalaves. Mateo era ingeniero de puertos y caminos, actualmente trabajaba en el trazado del tren de alta velocidad y tenía buenos ingresos, su mujer llamada Candideta trabajaba en correos y los fines de semana les gustaba practicar el senderismo y bailar salsa. Todos los sábados iban a bailar a Casablanca e incluso llegaron a ganar un primer premio en un concurso de pasodobles que organizo la falla de Micer Masco junto el Mestalla C.F.

Pepito por su parte vivía en Alfara, cerca de la estación en un piso de cincuenta metros. Junto con su mujer Aurelieta tenían una pollería en Puzol. No tenían hijos. Los fines de semana salían de excursión en una Nissan Vanete porque les gustaba mucho la acampada. Pepito tenía muy buena voz y le gustaba mucho el belocanto, tanto que se pasaba el día cortando pollos y cantando el O`sole mio. Tanta era la afición por la música que a su perro le llamaron Pavaroti.

El hijo menor, Manolito, vivía en Masalaves y trabajaba de ebanista en una fabrica de muebles, era un buen maquetero y trabajó en el tren transiberiano, era un buen artista. Su mujer Emilin era psicóloga en el ayuntamiento de Benetuser, tenían cuatro hijos, todos ellos varones, de cuatro, tres, dos, y un año. Manolito tenía mucha afición a la pesca, sobretodo la del calamar, le gustaba navegar con su fueraborda. Viajaban a menudo a Calpe y a Javea ya que tenían un apartamento cerca del mar.

La familia

Bueno ya os he presentado a mi querida familia, otro día os contaré más cosas, ahora me voy a cenar y ver el telediario de las nueve que lo paséis muy bien. Chaoo