domingo, 20 de julio de 2008

CURRITO

La Naturaleza es la que nos brinda esa libertad, nosotros decidimos si queremos ser libres, o al contrario estar toda la vida atado, viviendo en una jaula. Lo bonito es volar y ser libre como un pájaro.
Tengo en el patio de nuestra casa un cedro que tendrá sobre los cuarenta años, es muy bonito, está todo verde y da una sombra muy buena, que en verano, me siento a leer y tomar el fresco.


Todos los años vienen a anidar unos pájaros muy pequeños, que construyen sus nidos y después de criar desaparecen hasta el año siguiente. Este año hemos sido testigos toda la familia de uno de esos hechos, de cómo la naturaleza desarrolla la vida y nos enseña a vivir y querer las cosas, las más insignificantes, como ésta que os voy a contar.
Sobre el mes de Abril apareció un pequeño pájaro en el patio revoloteando debajo del cedro. Todos los días aparecía revoloteando y cantando. Nos llamo la atención, porque volaba a una altura más bien baja, unos tres metros. Todos los días nos hacía la visita, parecía que nos estuviera conociendo, para llevar a cabo una importante misión. Después de varios días, apareció con una ramita en el pico y después de depositarla en las ramas bajas del cedro, nos dimos cuenta que comenzaba a construirse su nido. Muy bajito y en presencia de todos, no se asustaba, parecía que fuera uno más de la familia. Incansable, todo el día haciendo viajes y poco a poco, el nido iba tomando forma. Cuando éste estuvo terminado, quedó de lo más bonito, todo muy currado, de ahí el nombre que le pusimos, CURRITO.


No tardó en poner tres huevos. Ahora le tocaba el trabajo de incubarlos en todo momento. Siempre estuvo solo, no tenia pareja y aunque le hemos puesto CURRITO, creemos que era una hembra.
Yendo y viniendo se pasaba los días se iba a comer y luego al rato aparecía para seguir incubando los huevos. Nos metimos en el mes de Mayo, por cierto muy lluvioso este año 2008, todos mirando al nido, viendo el agua que estaba cayendo y que se estaría mojando. A NACHI se le ocurrió hacerle un toldo, con una bolsa de basura cogida de la rama de encima y con unas pinzas. Vimos que fue un acierto, el pájaro y el nido ya no se mojaban. Siguió un tiempo incubando, hasta que un día vimos asomar una cabecita y otra y otra hasta tres.


Ahora le tocaba lo más difícil, sacarlos adelante él solo, dándoles de comer y cuidándolos como si de tres bebés se tratara. Se pasaba el día yendo y viniendo, trayendo comida y empapuzando a las tres bocas, que muy abiertas asomaban sin descanso cada vez que acudía al nido.
Comenzó el calor del mes de Junio, el toldo le valió para hacer sombra. Los polluelos empezaron a plumar y a crecer, CURRITO seguía sin descanso, un día tras otro, dándoles de comer y cuidándolos. Llegó el día esperado, de comenzar a volar y dejar el nido. Era primeros de Julio. No parecía fácil, era la primera vez. Los polluelos ejercitando las alas, pero sin atreverse, con algo de miedo por comenzar la vida. La madre, invitándoles a abandonar el nido, yendo y viniendo, enseñándoles cómo y a dónde. Un lenguaje que cualquiera entenderíamos, pero cuando no se encuentra uno seguro y con cuatro gatos que tenemos, rondando por debajo, cualquiera se hace el ánimo … Al darnos cuenta de la situación, encerramos los gatos y vigilamos todos los movimientos. Así estaríamos unos tres días. Los polluelos no se hacían el ánimo y Churrito se desesperaba arriba, abajo, para aquí y para allá. Nada, no había forma de hacerlos volar. Por fin, llegó el momento esperado. Tuvimos la suerte de ver cómo se lanzaban al aire y revoloteando muy torpemente, alzaban el vuelo, como de un avión se tratara. Salió el primero, voló unos diez metros hasta alcanzar unos cipreses. El segundo en seguirle, también voló hasta llegar a la valla y el tercero, al alzar el vuelo, calló al suelo. Menos mal que estábamos vigilando y no estaban los gatos. Nada, intento fallido. Lo cogimos y lo volvimos a colocar en el nido. CURRITO seguía allí animando con sus cantos e invitándole a volar. Después de un buen rato, el polluelo se volvió a hacer el ánimo y sacó sus alas. Revoloteó encima del nido y dando un pequeño salto, comenzó a volar. Esta vez sí lo había logrado, ya era libre, podía volar y recorrer largas distancias. CURRITO también se marchó volando y cantando, como si nos dijera: “¡Misión cumplida!”, y se despidiera de todos nosotros.


NACHI y yo nos quedamos muy tristes, viendo el nido vacío y que nos habían abandonado. Pero este es uno de los ejemplos de la vida, todos abandonamos el nido alguna vez. No sabemos si el año que viene volverán a anidar y si CURRITO nos volverá a visitar, o alguno de esos polluelos convertidos en grandes voladores, pero lo que sí sabemos es que la naturaleza, con la historia de CURRITO, nos ha enseñado a vivir, luchar y amar la vida y la libertad: “Quien sois vos que desde esa muralla me parláis”. Me voy a dar un buen bañito en la piscina, chaoo.

No hay comentarios: