Como el médico no tenia mucha faena, se pasaba los ratos en la cocina, hablando conmigo y ayudándome a cocinar, pues tenia cierta afición y no había, mas distracción en pleno monte. El día que tocaba paella en el menú, nos preparábamos el fuego con leña de garrofera, las ramitas de romero, el garrafón, la bachoqueta y las vaquetas, le cogimos el nivel del agua y nos hicimos unos profesionales de la paella valenciana. Salían ochenta plazas, no sobraba ni una cucharada
Esto me llevo a la anécdota más curiosa e importante por su alta graduación y personaje, que me ocurrió, en el servicio militar.
Comenzamos unas maniobras en una aldea cercana a Marines, en zona militar y con fuego real e intervención de morteros. Acudió como espectador invitado, a visitarla el capitán general, de Valencia y de la ¡BRIDOT!
Con toda la plana de estado mayor, no falto el coronel Carruana, Jefe del CIR 7 de Marines, con todos sus mandos. El campamento de campaña que era la masía, estaba llena de estrellas y ordenanzas más de veinte jefes.
Yo allí estaba, en la cocina, preparando la comida, cosa que por ser un día especial, por el acontecimiento, guise una gran paella. Comenzó a llegar la tropa, eran las dos de la tarde, hora de comer, cuando se arreglaron, formaron y comenzamos a servir la gran paella. Como es norma, cuando hay un mando superior se le sirve una bandeja de degustación, con la comida de la compañía. En este caso el menú llevaba ensalada, paella, lomo con patatas un plátano y vino con gaseosa. El ayudante que tenia en la cocina, Villar, y que servia a los mandos, cogió la bandeja, se presento delante del general y se la sirvió. No se si es que tenia mucha hambre por la hora que era, pues estaba toda la mañana presenciando las maniobras, o por que le gustaba mucho la paella, que en tres cucharadas se comió toda la ración y para disimular se dirigió a mi capitán diciéndole, Vicario aquí coméis mejor que en casa, pues esta paella no te la sirven en ningún buen restaurante de Valencia. Mi capitán se puso muy gordo al escuchar el elogio que le había hecho delante de todos los a ahí presentes y le contesto, pues mira, la ha cocinado un muchacho que no es del oficio, pero si tiene mucha afición y nos da muy bien de comer. El capitán general se relamía la boca después del plato de paella que se había tragado.
Para quedar bien y disimular un poco, le dijo “me gustaría saludarlo, pues el también es responsable de que la compañía este bien alimentada y tenga estos éxitos”, el capitán obedeció las ordenes y me mando llamar. Salió el brigada corriendo a decirme que me presentara al capitán, que estaban reunidos en la carpa, una tienda parque, y que me arreglara un poco. Pues allí estaba yo, sin guerrera y lleno de manchas de aceite, me arregle un poco y en unos segundos allí me presente, delante del capitán general, todos mirándome, como si fuera el soldado desconocido, yo estaba todo firmes y sin menear pestaña. El general se dirigió a mí y me dijo, “descansa muchacho, quería conocerte y felicitarte, por tu trabajo y la paella que estaba muy buena”, me estrecho la mano, yo le di las gracias y marcialmente me di media vuelta y salí de la carpa. Al salir todos estaban a la expectativa de lo que me estaba pasando, todos los mandos y mis compañeros de sección me rodearon haciéndome preguntas de lo que me había pasado y que me había dicho el general, yo estaba en una nube no podía creérmelo, me había felicitado el capitán general. Fui la envidia de muchos.
El general se marcho con todo su séquito y el capitán nos mando a formar para felicitarnos por las maniobras y darnos la noticia de que estaba muy satisfecho de la compañía y que el general nos regalaba la masía y nos daba una semana de permiso para toda la compañía. Todos saltamos de alegría pues no eran frecuentes los permisos, todos nos quedamos muy contentos, este hecho me marco, me convertí sin quererlo en el mas famoso y conocido de toda la compañía.
Seguí mi vida normal. Arreglaron la masía como si fuera una casa rural con sus literas y todo arreglado. Fue nuestro cuartel de maniobras en Marines. Entro el nuevo cocinero. Le explique la marcha, le dije donde estaban todos los cacharros y yo me incorpore a mi sección, con el cabo Cotino. Al ser un veterano y quedarme poco tiempo para licenciarme pasaba ya de todo. La última maniobra fue en Onteniente. Yo era el reportero gráfico. Hice las fotos de los ejercicios. Vino a visitarnos al regimiento, el capitán general y desfilamos junto con el regimiento, 20º de Guadalajara. Al poco tiempo me licenciaron.
Salí vestido de paisano por la puerta del regimiento y girándome y sin creérmelo mirando al cuerpo de guardia formado. Me despedí con un adiós.
Los compañeros licenciados y yo nos fuimos a comer a Cullera. Allí me despedí de todos. No recuerdo a todos pero si algunos Villar, Lluc, Cotino, Renau, García, Fernández, Sanchís, Boscá, Idiarte, Cabrera, Puch, Melero, Gutiérrez, Valls, Ferrandiz, Guadamuro, Ortiz, Parrilla, Lloret, y otros mas que en estos momentos no recuerdo. Que me perdonen su olvido, pues ya hace 37 años. Para todos, un fuerte abrazo.
En el año 2000 gane el primer premio de un concurso fallero, de paellas entre más de veinte participantes. Con mi romero y mis vaquetas, ¡que buena está la paella!
Os dejo ya seguiré contando mas cosas, es sábado y mañana toca comer Paella, “chaoo”
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