sábado, 9 de febrero de 2008

Mi viaje a Barcelona

Tenía yo tres años cuando mi padre era pintor en una empresa de construcción muy importante, que en los años cincuenta construyó muchas viviendas en la ciudad de Barcelona. Por esa época mi padre era encargado de esta empresa, y durante un año le enviaron a pintar cuatro bloques de viviendas a la ciudad condal, así que hicimos las maletas, cogimos cuatro trastos y nos fuimos todos a Barcelona.
Mi padre viajó en el camión de la empresa con los muebles y por otra parte mi madre, mi hermana y yo nos fuimos en tren. Recuerdo esa mañana de invierno en la Estación del Norte de Valencia, cargados de maletas y bolsas subimos a un vagón que tenia unos departamentos y un largo pasillo, entramos en uno de ellos y después de arreglar las maletas y aposentarnos cómodamente, me asomé a la ventanilla a mirarlo todo, estaba maravillado pues era la primera vez que veía una locomotora de vapor tan grande, echando humo por todas partes y silbando con ese sonido tan especial, y como era la primera vez que subía aun tren, no sabia donde mirar. El viaje fue largo, y casi todo el trayecto me lo pasé observando tras la ventanilla; de vez en cuando, pasábamos por algún túnel largo y nos quedábamos todos a oscuras. Cuando me cansaba de mirar, corría por el pasillo jugando con mi hermana y aprovechaba para comer los bocadillos que mi madre había preparado y allí mismo los compartíamos con los demás pasajeros. También tuvimos tiempo de dormir.

Mi madre, mi hermana y yo en Barcelona

Llegamos a Barcelona de buena mañana y cogimos un taxi, mi madre le dio la dirección a donde nos tenía que llevar y pronto llegamos a Pueblo Nuevo, donde sería mi nuevo hogar. Nos recibió mi padre que ya estaba allí, él nos guió a una vivienda que aún estaba en construcción, sin pintar y sin algunas cosas más, y nos pusimos a arreglarlo todo.
Teníamos los sumieres de las camas levantados con unos ladrillos, los colchones eran de pellorfa de maíz y la única forma de calentarnos era con un brasero de leña, en la cama usábamos un ladrillo caliente enrollado con un trapo para no pasar frío, ya que la vivienda no tenía agua ni luz. Ocupábamos el primer piso, nos íbamos cambiando de bloque conforme iban terminando las viviendas. Con nosotros vivían cuatro pintores más, mi madre era la encargada de la comida, de la ropa y a parte también limpiaba los pisos una vez pintados.
En otro piso vivían el chofer, su mujer y sus dos hijos que también eran de la misma edad que yo, se llamaban Loli y Ernestin, con ellos me pasaba el día jugando y así transcurriría un año de mi vida.

Recuerdo de Barcelona el colegio de mi hermana que estaba en un primer piso e íbamos a esperarla mi madre y yo todos los días. También nos llevaron un día al cine los trabajadores de mi padre, vimos la película de La Cenicienta que era de dibujos animados. Y aún recuerdo todavía la playa que estaba cerca, donde jugábamos en la arena y donde en verano nos bañábamos; el puerto con sus barcos y su carabela, el palacio de Montjuic con sus vistas tan bonitas, las ramblas con sus puestos de flores y sus palomas y la estatua de Colón que señalaba el nuevo mundo.

Las Ramblas

Sucedió un domingo de verano, mi padre estaba pintando las barandillas de la escalera cuando Ernestin vino a buscarme para ir a jugar, nos encaminamos escaleras arriba hasta llegar a la terraza donde salimos a jugar, hacia un día bueno y soleado de esos de verano. Apareció por la calle un capitán de la Guardia Civil acompañado del brazo de su mujer, parece ser que se habían comprado un piso en el mismo bloque. Estaban en la acera mirando hacia arriba, observando cómo estaba quedando la fachada cuando de repente le cayó un enorme ladrillo en la cabeza que lo dejo inconsciente durante unos segundos, su mujer al verlo tirado en el suelo sin conocimiento creyó que lo habían matado y comenzó a gritar como una loca desesperada, - socorro!! –socorro!!- asesinos me lo habéis matado!!-, fue tanto el escándalo que se montó que la calle se llenó de vecinos y curiosos al mismo tiempo que volvía a recobrar el conocimiento. El capitán se levantó de un salto y desenfundando su arma reglamentaria comenzó a correr hacia el patio, que no tenía puerta, al mismo tiempo que iba gritando -hijos de p…!!! Os voy a matar, rojos cabrones os voy a pegar un tiro!!- Subió los escalones de dos en dos, gritando, salió mi madre a la escalera toda asustada y mi padre que estaba pintando la barandilla fue con el primero que se encontró, quiso detenerlo diciéndole que no había nadie mas trabajando y que estaba sólo en el bloque, el capitán por su parte no le hizo ningún caso y siguió subiendo las escaleras de dos en dos y al llegar a la terraza abrió la puerta y allí nos encontró: estábamos tirando ladrillos de un montón y como la baranda era mas alta que nosotros, no podíamos ver lo que había al otro lado. El Capitán se le quedó mirando a mi padre que le había seguido y le dijo, - el tiro te lo tenía que meter a ti, coge a esos niños y enciérralos en casa- cosa que mi padre obedeció al momento y sin rechistar, nos cogió de la mano y nos bajó. Al mismo tiempo el capitán enfundó el arma reglamentaria, se quitó el tricornio y con un pañuelo se secó la sudor, fue ese momento cuando se quedó mirando ese tricornio y en bajito y muy despacio susurró - gracias, gracias -.

Colón


El suceso fue muy nombrado y dio mucho tiempo de que hablar, a mi madre y a mí nos paraban por la calle y le preguntaban - eixe es el chiquet del atavó?? y mi madre les decía –sí, este diablo es-, pero la gente parecía que me querían, todos decían lo mismo -que noi més macu-.
Ya os contaré más cosas, me voy a cenar y ver el telediario de las nueve. Chaoo.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue así Calatrabo, tus historias son muy amenas y nos divierten mogollón.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Si señor.. que estilo, que porte que maneras. Después de ver la foto de “Colón”, sabemos q los pantalones sobaqueros son creación tuya…. Abajo el Caxuli… CALATRABO AL PODER!!!!